jueves, 16 de septiembre de 2010

Ostras Fritas a la Beninense.

                                          (Porto Novo-Benin)

 No solo de quejas vive el hombre. Siendo éste un blog gastronómico, nuestro deber es publicar recetas. Y ya que estamos, recetas con raíces, recetas folklóricas, como me gustan a mí. Hay tantas para ensayar ,y de los cinco continentes que no me va a alcanzar la vida para colgar aquí todas las de mi colección. Pero voy a hacer el intento. Esta receta, es propia de Africa, uno de los continentes menos conocidos gastronómicamente hablando, pero para mí, uno de los más fascinantes . Su parte norte ha sido bastante explorada (me refiero a los países con predomínio árabe y bereber), pero en cambio, el área subsahariana, casi se ignora desde el punto de vista de las preparaciones culinarias. Por eso, aquí tienen un manjaricto sencillo, propio de Benín (ex-Dahomey).





OSTRAS FRITAS               (Cotonou-Benín)


INGREDIENTES

- 2 docenas de ostras
-1 vaso grande de jugo de limón verde.
-Gengíbre en polvo

SALSA DE TOMATES PARA ACOMPAÑAR

INGREDIENTES

- 5 tomates
-1/8 de vaso de aceite.
-1 cebolla.
-Sal y pimienta a gusto.

   Abrir las ostras. Disponer su carne en un plato hondo. Verterles por encima el jugo de limón. Marinar, escurrir y espolvorear con el gengibre.

   Pelar y quitar las semillas al tomate, cortarlo y reducirlo a puré. En una sartén, calentar el aceite y y volcar allí la pasta de tomates. Bajar el fuego. Revolver con cuchara de madera y cuando tome el aspecto de una preparación homogénea, incorporar la cebolla finamente picada. Salar y condimentar con pimienta.

   Disponer sobre la salsa, las ostras perfumadas, tapar y no volver a tocar. Dejar cocinar a fuego lento de 5 a 10 minutos y servir enseguida.

   ¡Buen provecho! Y acompañen con cerveza común o de mijo. No se asusten por la proposición última . No es una delicatessen elitista. Van al barrio chino y compran una latita o más de esta cervecita de mijo. Es baratonga y como la toman también en Fuchien y allí la fabrican, no hay problemas para tener un banquete del Africa ecuatorial en toda su autenticidad con una pequeña ayuda de la industria alimentaria china.

   Buenas noches...Que la vida está hecha de pequeños momentos como éstos.

   Vanesa.




   

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Hablando...¿Se entiende la gente?



Como verán, no suelo callar las cosas que me caen gordas. Y esta es una de la que menos soporto. Se puede tratar de incorporar vocabulario nuevo , se puede querer se fresco y espontáneo…pero hay que saber diferenciar entre esos afanes entendíbles y justificables y la tontería total, el cipayismo barato , la ausencia de neuronas imperante en   boca de no pocos de nuestros chefs más conocidos.




Deben estarse por cumplir los seis o siete años de este fenómeno. Tal vez sean menos. Quizá me parezcan tantos porque cuando algo es absurdo, memo y pavo, parece durar infinitamente más. Lo agradable, se hace corto, lo bobo , eterno.



Bueno; vayamos al grano: lo que esta vez motiva mi queja es el uso abusivo de la lengua inglesa en gastronomía. No me importaría si esto fuera así con motivo de palabras sin traducción, de preparaciones típicas de países como Estados Unidos, Inglaterra, Australia, etc. En efecto, llamar “Torta corta” a la Shortcake “bollos escoceses” a los Scones o "embutido de menudencias a la escocesa" al popular "Huggie" , me resultaría tan ridículo y carente de sentido como lo opuesto. Pero los cocineros televisivos de los últimos tiempos, han batido todos los records a la hora de referirse a los diferentes platos que confeccionan o a los ingredientes utilizados en los mismos. Por otra parte, si admitimos términos extranjeros en este campo, quizá los únicos aceptables podrían ser algunos (y referidos a asuntos muy concretamente técnicos)   franceses. Francia ha sido la reina de la gastronomía hasta ahora y me causa un poco de gracia que  pretendan desterrarla de su bien ganado sitial los americanos e ingleses, quienes fuera de algunas preparaciones riquísimas locales   , nunca fueron referentes en la materia.



Voy a lo siguiente: no hay día en que sintonizando algún canal gastronómico del estilo de “El Gourmet” (cada día más de capa caída esa señal,según se ve) o “Utilisima” no escuche a algún chef decir: “Vamos a preparar unas riquísimas cookies”, “Ahora les paso la receta de esta original cake de chocolate”, “Agregaremos zester de cítricos a la masa” , “Disfrutemos de este sabroso pudding” y así…¿Adónde fueron a parar las palabras “galletitas”, “torta”, “ralladura” y…¿Budín? Algo debía escribir al llegar a este punto, porque en inglés “pudding” puede ser , en efecto un budín (pongan por caso “Plum Pudding “ o “Christmas Pudding”, dos exquisitas piezas de pastelería británica), pero también un dulce de apariencia pastosa y cremosa que se sirve en copas, por lo cual el término llama necesariamente a engaño. Señores. En inglés, esto es un pudding, ni más ni menos:





No creo que se deba atribuír a los propios chefs o cocineros estas innovaciones semiológicas. A todo lo más, quienes de entre ellos son menos instruidos o bastante ingenuos, aceptan de muy buen grado la nueva forma de destrozar nuestra lengua y nuestra cocina, sin tener siquiera la materia gris necesaria para darse cuenta de la situación. Otros, comprenden que se trata de una burrada (se les nota en la cara) , pero se ven forzados a continuar en esa senda por imposición de las señales en las cuales desarrollan su actividad. Los entusiastas de la "yanquimanía lingüística", como la chef venezolana Lorena García, llegan a la locura (de otra forma no puedo llamar a la conducta desplegada por la citada señora en cámara), de ponerse a aullar frases enteras en inglés americano en cámara y a hacérselas repetir a sus invitados a coro como si los estuviese adoctrinando para sacar la ciudadanía norteamericana. Sus “ Are you ready?”; “Great!” “Yes!” y otras palabrejas similares gritadas cada cinco minutos, son francamente insoportables….eso sin hablar de su obsesión por ir diciendo el nombre de los ingredientes que utiliza en cada receta, en el idioma de su madre patria (en este caso, los Estados Unidos) quizá con el afán de enseñar a su audiencia, la lengua del imperio. Y así continuamos balbuceando “smoothy” en lugar de "licuado", ya no utilizamos la palabra “pirotines” , nos ponemos tremendamente tontos al decir “Finger Food” para reemplazar el vocablo “bocaditos” ,insistimos con “bowl” cuando ya se había castellanizado la palabra “bol” y otras idioteces por el estilo. En no pocas oportunidades esto de nombrar en inglés americano exquisiteces de cocina o pastelería, hace creer al espectador que ha   descubierto platos nuevos cuando ya los conocemos desde hace años bajo nombres castizos. En los años 90’, todo el mundo se babeaba de gusto cuando al parecer, se introdujo la receta de la “Cheesecake"” , sin embargo ya clásica   entre nosotros… porque pocos se percataron de que se trataba de la vieja “Tarta de Queso” en todas sus variantes, publicada ya en numerosos libros de cocina de antaño. Es una receta muy popular en los países de habla inglesa y alemana, transplantada a nuestro país por los inmigrantes de fines del siglo XIX y princípios del XX. Claro…”Tarta de queso” suena a receta de la abuela y “Cheesecake” a pastelería sofisticada ¡No va  a comparar, doña!…Lo que el estirado pseudointelectual de Palermo Soho rechazaba por grasa al tener un nombre "vulgar", ahora lo come con deleite porque está bautizado en inglés y eso viste- Sin querer, así lo reconoció hace poco una joven cocinera mediática de un conocido programa de pastelería. Ella estaba preparando algo que bautizó como “Pudding de chocolate y mediaslunas”. Uno de sus compañeros, un panadero nada modernoso y muy bien centrado, le aclaró que esa exquisités se vendía en las panaderías desde hacía rato y se denominaba “Torta Napolitana" . La cocinera se horrorizó y dijo algo así como: “¡Ay, no me tire abajo la receta llamando a esto “Torta Napolitana”! Si digo que es un "pudding", le doy más categoría”. A eso se reduce todo…el inglés, para alguna gente, suena mejor que el castellano, así como en otros tiempos hasta eructábamos en francés. Sin embargo, entre tanta palabreja anglosajona, lo que más me sigue chocando es el uso y abuso del reemplazo de las palabras “torta” y “galletitas”, por “cake” y “cookie”. Casi no hay profesional de la cocina que no haga más uso de la terminología inglesa que de la nuestra. Hasta llegué a escuchar a  un genial pastelero (ante quien en otros aspectos me arrodillo, porque es Gardel en lo suyo), diciendo “cream cheese” en lugar de "queso crema"...¡El colmo de la tilinguería!. Alguien de su calidad profesional , no tenía porque echar mano de ese recurso innecesario. Por supuesto, hay excepciones a la regla: la muy inteligente y personal Narda Lepes, en su nuevo programa “Doña Petrona por Narda”, puesto en el aire por la señal de cable “Utilísima”, rara vez hace referencia a términos extranjeros innecesarios y en lugar de “tips”( otra palabra estúpida que está en boca hasta de las amas de casa) ella sigue dando "consejos". ¡Grande Narda!


(Para los chefs mediáticos, ésto vendría a ser una cookie...para mí  se trata de una simple galletita dulce)



   Pero no solamente el uso del inglés evidencia la tendencia snob de nuestros cocineros actuales o mejor dicho, de sus patronos contratantes. A veces, popularizan denominaciones que atentan contra los usos locales. Por ejemplo cuando se llenan la boca diciendo “papaya “ y “maracuyá” (dos frutas que aunque me encantan, ya me están cansando, pues los chefs de ahora no saben preparar NADA sin agregar alguno de estos dos ingredientes, sino ambos), cuando en Argentina y otros países del área lo correcto es decir “mamón” y “mburucuyá”. Estas dos frutas existen en nuestro país desde siempre, sobre todo en el área Noreste y no era difícil ver  en los viejos restaurantes porteños, leyendo la lista de postres, el mamón en almíbar, que también se vendía (y se vende) en los negocios de alimentos finos.Por supuesto, no es lo mismo, al menos para cierta gente comprarse un frasquito de mamón en almíbar "Made in Corrientes" que comer una exquisitez de orígen peruano o dominicano. Suena a "exótico".  Claro; en tiempos anteriores al uno a uno, nadie daba un peso por esa fruta porque los argentinos aún no viajabamos tanto al Caribe o al Brasil y la mayoría de la gente ni sabía lo que era. Dicho sea de paso, en Brasil se le dice “mamao” al mamón grande, y “papaia” al más chiquito, en forma de pera. El mburucuyá también es común en nuestro país, aunque en una versión más pequeña y dulce que el de  las de zonas más cálidas.Se parece algo a la variante peruana, cuya fotografía se verá en esta página.. Lo hemos sorprendido mil veces colgando de las cercas de las casas en cualquier barrio de Buenos Aires o el interior y la flor en la que se transforma el fruto, se llama Corona de Cristo o Flor de la Pasión. Hasta el auge del tropicalismo acendrado, a nadie le interesaba comerse un mburucuyá, salvo a quienes contados con los dedos de la mano, no le hacíamos ascos, por tener parientes litoraleños y saber que la frutita en cuestión era deliciosa. Ahora, con su nuevo nombre, lo ha invadido todo y hay hasta sopa de “maracuyá” (¡Ni se les ocurría decir “mburucuyá”! ¡Para esta gente es un quemo!). Por otra parte, la fiebre del destrozo semántico está alcanzando a todos los países latinoamericanos de habla española, pues hasta pueblos como el venezolano, quien llamó desde siempre “parchita” al mburucuyá y “lechosa” al mamón o el mexicano, para quien la primera era hasta no hace mucho, simplemente “fruta de la pasión”, se rinden ante el ataque a su lengua local. Y no vamos a ocuparnos ahora de otros esnobismos como el de llamar “frutos rojos” a ciertas bayas, morirse por comer cupcakes y macarrones y decorar las platos como si éstos fuesen cuadros geométricos, porque no terminamos más. Dejaremos eso para otra ocasión.

                     (¿Probaron alguna vez mamón en almíbar, especialidad de las províncias de Corrientes y Misiones? Tal vez digan que no, y sin saber lo hayan degustado comprando papaya en lata , importada de Tailandia, en el barrio Chino)


(Les presento al mburucuyá...¿Lo conocían?)



La conclusión es parecida a la mis otros artículos anteriores (me da un poco de prurito decir “post”): los canales enteramente dedicados a la gastronomía, lejos de lo que podría parecer, no son inocentes. Sus directivos, evidentemente partidarios de la “ideología única” que hoy por hoy impera en el mundo, se dedican, a su manera, a uniformizar el habla y el pensamiento de quienes se sientan sin segundas intenciones, a ver un sencillo programa de arte culinario. El lenguaje (ellos lo saben bien, y por eso han endiosado a una disciplina llamada “semiología” donde explican que todo cuanto conocemos en el mundo no es sino una construcción semántica) es muy importante para moldear el pensamiento. En cierta medida, somos como hablamos y si se logra que comencemos a hacerlo todos iguales, sin reflexionar, utilizando una terminología ridícula, terminaremos pensando como nuestros amos quieren. Esto no sucede solamente en gastronomía: quien le eche un vistazo al moderno lenguaje político, económico, educativo y hasta religioso (esta gente se ha infiltrado incluso en las diferentes iglesias y les han cambiado el lenguaje al punto de hacerlo irreconocible), sabrá a qué me estoy refiriendo. Cuando hace veinte años, uno leía notas de análisis político en este o aquel diario, escuchaba sermones en tal o cual  iglesia , oía dictar cátedra a diferentes profesores, en cada uno de ellos había un lenguaje propio, cosecha de quien hablaba o escribía – más allá de algunos términos de cada disciplina-, reflejo de su personalidad, de su individualidad. Hoy, el discurso personal ha desaparecido, y casi todos se parecen. Y lo más grave es que, si todos hablamos igual; todos pensamos igual también. Lo que está en disolución, y eso es grave, más allá de las recetas de cocina, es el yo. Hay un “nosotros” gigante que lo domina todo y borra las diferencias, en cuyo nombre los detentadores del poder actual (de izquierda y de derecha), dicen hablar.



Esta es mi reflexión de hoy, aunque a muchos les parezca exagerada. Piénsenlo mientras se comen unas cookies para acompañar el café con cream y le dan algunos tips a sus hijos para que hagan bien los homework. O.K?

Vanesa.