viernes, 22 de octubre de 2010

Queridos Televidientes...



  Todavía no estoy loca de atar, pero faltar, me falta muy poco.Quien como yo, sea asíduo a la programación de "El Gourmet", que se proclama "amante del buen vivir", compartirá seguramente mi estado de ánimo, entre chacotón y furibundo, dada la decadencia   ya manifiesta, de la citada señal de cable dedicada a la gastronomía.

    Este pálido y deslucido 2010, "El Gourmet" cumple dos lustros completitos, es decir, una decena de años.Pasó el tiempo desde aquellos comienzos de lujo de la mano de un excéntrico Gato Dumas, quien , junto al chef Ramiro Rodríguez Pardo hacía, sino un programa aprovechable desde el punto de vista gastronómico, un verdadero sketch cómico y ocurrente que a nadie podía dejar indiferente. El hombre tenía talento y chispa, más allá de compartir uno  o no su peculiar modo de concebir la cocina. Todavía conservaba la gastronomía televisiva un dejo a París más que a Nueva York. Todavía se recordaban típicos platos criollos, recetas españolas, delícias italianas y sabores un poco más alejados de nuestras costumbres culinarias - por ejemplo los de oriente, los países islámicos o el Este europeo -, aunque siempre conservando la cordura y la premisa de que se trataba de comidas a reproducir por el televidente. Se mantenían los pies sobre la tierra. Comprendía "El Gourmet" que la gastronomía se interpretaba en cada país según parámetros propios y tenía la premisa de que el sello de la cultura "bon vivant", pasaba por Francia, no por países de lengua anglo,donde impera la practicidad más que el buen gusto, la rapidez más que el tomarse todo el tiempo del mundo para agasajar a un amigo o a la família, el llenarse la tripa para producir saciedad, más que el comer pausadamente, disfrutando cada bocado.

   Los diez años de "El Gourmet" se cumplen en un franco estado de retroceso, en una decadencia ramplona ya indisimulable. Hacía  fácilmente tres años que esta caída en picada se venía presintiendo, pero entre el 2009 y el presente 2010, los síntomas de la muerte del paciente se acentuaron brutalmente: programación repetida hasta el hartazgo, incluso tres veces en la misma semana; series con los capítulos pasados en una mezcolanza atroz; contratación de chefs sin originalidad, de tendencia modernosa,   antipáticos , pedantes y fundamentalistas de la "cocina sana"; supresión de profesionales ya reconocidos y solventes, además de talentosos y con ángel, como Christophe Krywonis, Iwao Komiyama, Narda Lepes , Elizabeth Checa, César Fredes y últimamente, Takehiro Ohno, del que se reiteran las dos temporadas de su muy ágil e inteligente "Ohno" pero a quien no se le ofrece nada nuevo. Quedan todavía, de la vieja camada, Francis Mallmann, el tano Donato de Santis, Sumito Estevez, Bruno Gillot y Olivier Hanocq,Patrício Tapia y quizá los hermanos Máximo y Juliana López May (digo quizá porque ultimamente no los he visto en nada a estrenar). No sé que se ha hecho del brillante pastelero Osvaldo Gross, a quien se propuso dejar "Utilísima" para incorporarse a un staff, aparentemente más chic que el del canal vecino y competidor, pero creo entreveer un alejamiento del mismo de la señal de marras.

                         

   Por su parte, las nuevas incorporaciones harían bostezar de aburrimiento al más inveterado chistoso. Francisco del Piero (una especie de Piero de la Francesca al revés ¿No?...pero a diferencia de su casi homónimo italiano, este muchacho no "pinta" bien) tiene la gracia de un cajero automático relleno de hielo, además de que sus platos no se salen de lo corriente y cuando aborda alguna preparación tradicional, siempre la cambia "a piacere" argumentando el consabido  "yo la interpreto a mi modo"  .Su dicción es pésima, parece recién levantado de la cama y mucho de lo que afirma se revela falso.   Por otra parte el título de su programa , "Intervenciones" es no solamente pavo, sino que no tiene mucho sentido. Quizá aluda a la intervención de su real gana a la hora de hacer estragos en las recetas pasadas de generación en generación y destrozadas en un minuto por su mano....Soledad Nardelli, es otro ejemplo de lo mal que puede ejercerse la labor de chef televisivo. Además de ser altanera, de hablar con un tono de bienuda desagradable (hay "bienudos" atrayentes, como Mallmann o Elizabeth Checa, contra quienes poco y nada tengo que decir, salvo quizá que me molesta un poco el relativismo cultural del primero) y de notarse que trata de fingir simpatía siendo fría como un tempano, tiene la manía de la cocina sanita, condenandonos a comer semillas, a beber leche descremada, a abandonar el uso de aceites y grasas y a huír de las porciones normales . En su labor, la secunda una médica tiesa como una estaca, llamada Paula Harwicz. Entre ambas, lanzan a la audiencia una serie de irresponsables consejos que podrían llevar a la enfermedad a aquellas personas dispuestas a seguirlos al pie de la letra. La doctora Harwicz llegó a asegurar la siguiente aberración: a los chicos se debe comenzar a darles leche DESCREMADA a partir de los DOS años de edad, porque después, no necesitan la entera...  Soledad Nardelli,por su parte, la pifia en lo tocante a la técnica; hizo, por ejemplo,en una oportunidad, la siguiente recomendación a quienes se iniciaban en cocina práctica: a los porotos secos  se los deja a  remojar dos horas en agua antes de utilizarlos...¡Dos horas! Llevan sus buenas ocho o nueve, si bien se prefiere dejarlos  toda la noche en líquido para mayor seguridad. Quien haya seguido las recomendaciones de esta improvisada "chef", que aunque estudió en Estados Unidos,  inundó de harina la masa casera de los ñoquis hasta dejarla blanca como un fantasma - y por añadidura, pesadísima -, se habrá sin duda, chasqueado. Otra incorporación de "El Gourmet" es   Enrique Olvera, una especie de versión  mexicana de Francisco del Piero. Ignorante, desagradablemente desprovisto de expresión  y pletórico de lugares comunes a la hora de hablar, fracasa en su insípido "Gourmet Australia", donde un eficaz Patricio Tapia, hace lo posíble para salvar el programa. No lo logra...El especial finaliza sin que sepamos nada de la comida típica de ese país. Nos vamos con la idea de que  allí es todo comida callejera y los australianos vendrían a ser una mezcla de chinos y libaneses sin ningún rasgo que los diferencie del resto del mundo. "Trocca alla Fontán", de reciente estreno, muestra más de lo mismo: una serie hecha no para bon vivants, ni para amantes de cocinarle una delícia a sus seres queridos, sino para pseudointelectuales y ejecutivos de Las Cañitas,Puerto Madero o los diversos Palermos. Por otra parte, la señal me deparó dos sorpresas muy agradables: José Ramón Castillo y Mikel Alonso, de quienes al princípio no tuve demasiada buena opinión. El primero me parecía muy técnico y pedante; el segundo, un chanta que solamente sabía cocinar cosas raras, de tamaño liliputiense para halagar a espectadores snobs. "Pinceladas Mexicanas" no fue precísamente un punto a su favor...Ese especial postmoderno, nada tenía de mexicano pese al orígen de los ingredientes con los que Mikel cocinaba . José Ramón Castillo se me redimió en "La Ruta del cacao", donde derrocha calidez y conocimiento, además de respeto por la tradicióm culinaria de su hermoso y valiente país; Mikel Alonso demostró que sabía hacer algo más que paquetitos ridículos y platos sin raices en "Lo mejor de la cocina española". De chanta caradura, pasó a ser , en mi concepto un vasco simpático, con gran domínio de los manjares propios de la península Ibérica, aquella que como nadie, maneja el arte del buen vivir y el culto a los amigos y a los seres queridos.

                            Pero pese a contar aún con profesionales de valía como Mikel Alonso y José Ramón Castillo, "El Gourmet" no pasa por su mejor momento. Narda Lepes lo  abandonó en busca de una señal que representase mejor su tipo de cocina, audaz , si bien con anclaje en el pasado, abundante, querendona, clásica, quizá a pesar de ella . Donato de Santis intenta seguir en la misma senda de siempre, si bien con la sonrisa un tanto forzada, repitiendose a si mismo, con cara de "aquí no pasa nada" ; Francis Mallmann se deja poner en la boca la frase "a mí el cordero asado me gusta así, bien jugoso" y está más bienudo que nunca  , Bruno Gillot y Olivier Hanocq consienten en realizar un programa de "catering" (antes era servício de "lunch" ¿Se acuerdan?..igual de cipayo, pero distinto) donde las comidas, con ser muy ricas, parecen a veces, algo rebuscadas y Sumito Estevez soluciona inexstientes "problemas" culinarios con entusiasmo elogiable, pero algo exagerado. Su receta de tallarines chinos "para principiantes", causa algo de gracia, pues quien se inície en cocina y vea esa propuesta, saldrá corriendo a encerrarse en su cuarto, sin querer tocar una sartén o una olla nunca más en su vida. Capítulo aparte merece el desopilante Pablo Massey, quien se embarulla desesperado cuando le toca cocinar en tiempo real y nos muestra una Sud Africa donde el aporte local es casi nulo, reduciendo las especialidades zulúes al pap , al mfino y al chakalaka , sobredimensionando, en cambio, a la cocina india o a la indonesia y criticando en grado sumo a los boers.

                                                  

   Resumiendo: diez años han pasado desde los inícios de "El Gourmet" y la señal se ha degradado hasta extremos lamentables, sin indicios de querer repuntar en lo más mínimo. A los sumo,  podemos esperar que, rabiosos por la partida de Narda Lepes, nos hagan ver hasta la náusea "Narda en Marruecos", "Narda en Grecia", "Narda Londres" , "Narda en Viet-Nam" y "Narda en Japón"  (si bien éste no se repite  mucho...vaya uno a saber la causa) . Y desde luego, estas fiestas navideñas, estaremos condenados a  tragarnos los especiales filmados hace más de dos años por Paulino Cruz, Dolli de Irigoyen , Narda Lepes  y Juliana  López May. Al parecer, para los responsables del canal, la Navidad es una fiesta no lo suficientemente importante como para justificar  la grabación de nuevos programas cada año. Es comprensíble, ya que "El Gourmet" apunta a un público soltero, que vive solo , es ateo, o al menos agnóstico , partidario del "New Age" , el Budismo Sui Géneris y el "yo me amo mucho porque me valoro, cuido el medio ambiente, me mido el colesterol y acompaño mis comidas de aguas saborizadas"...Pero aún así, deberían evitar el hacer el ridículo. Conozco a más de uno que al referirse al "Gourmet", lo llama "ajo"...por lo mucho que se repite.

   Ojalá , el 2011 no sea el último año de "El Gourmet"  en el aire. Me gustaría seguirlo disfrutando, descubriendo en él programas que me abran los ojos al mundo desconocido y me hagan amar sus costumbres, culinarias o no. O series dedicadas al placer del buen vivir que a veces todos nos permitimos, con la delicadeza y al mismo tiempo contundencia de una Elizabeth Checa, Francis Mallmann o Gato Dumas, sin dejar de lado la suculenta cocina francesa estilo Christophe Krywonis  , tan equidistante de un hotel de cinco estrellas como de una hamburguesa de MacDonald...

   Aqui seguimos esperando, con el champagne en la mano (sí, champagne, no cava, ni espumante), prestos a brindar por otros diez años más de "El Gourmet" ....¿Tendremos que cambiar la copa flauta por la taza de café, el semblante de festejo por el de velorio, la sonrisa por la corona de flores y desear a Pramer Produciones un  muy sentido pésame en honor de su hijo desaparecido en plena juventud, cuando más prometía al mundo desarrollar sus excelentísimas prendas?

             Vanesa.

viernes, 1 de octubre de 2010

Me mamo bien mamao, pa' no llorar...

   Estimado público (aunque, al parecer, no me lee nadie, es de buen tono comenzar así); puesto que aquí nos gusta comer bien, nos parece lógico acompañar lo que comemos con un buen beberaje...alcohólico, demás está decirlo. Para las almitas recatadas tan abundantes en nuestros días, ésto podrá sonar a franca herejía, pero el alcohol, si no se lo toma para emborracharse, es indispensable en un buen banquete. Bajar un corderito a las brasas con jugo de naranja, o un guiso polenta con té frío de frutos rojos, aunque éstos sean riquísimos y quiten la sed, me parece un despropósito;  concepción de la vida propia de una dama burguesa horrorizada ante la ingesta del más mínimo gramito de grasa por miedo al colesterol . Mal bicho es quien rechaza el vino ; éste pone alas en los pies, burbujas de fantasía en la cabeza y alegría en el corazón. Emulos de los antíguos puritanos o en nombre de preservar la salud (aún sin saber para qué la quieren),  estos fundamentalistas rechazan una bebida noble, deliciosa y antígua  como el mundo porque es más de gente moderna el consumir gaseosas , extrañas mezclas de yuyos y frutas o panaceas pseudomedicinales muy buenas a la hora de remojar gargantas secas   o   degustar algo rico por la tarde ,pero fuera de lugar como Homero Simpson en la Opera Garnier si se trata de acompañar el almuerzo o la cena.
   Todo este introito es para dejar algo en claro: me gusta el vino. Mucho. Tinto, blanco, rosado, espumante...de cualquier variedad siempre y cuando sea rico , no tenga gusto a químicos ni deje en la boca ese sabor ácido característico del vino malo. Me gusta el vino, y por eso me duelen las payasadas que en estos tiempos, se hacen en su torno. Me refiero, concretamente, al tema de los estudiosos del vino, de aquellos sabios observadores de copas, expertos en enterrar la nariz dentro del cáliz  , olfatear com perros pertenecientes a la división policial de estupefacientes y hacer buches con la bebida de marras para después decir: "...es un Merlot con resabio en boca a frutos rojos cocidos, a ciruela en compota con tonos terrosos y  un dejo a pimienta negra..." Me refiero a quienes encuentran el el vino, sabores insólitos , desde la consabida gama de frutas diversas pasando por los insospechados a piedras ,grafito, tierra, pólvora y hasta tinta (lo crean o  no, señores, hay quienes afirman que hay vino con gusto a TINTA) . No vale la pena preguntarles a quienes exhiben un orgulloso título de sommelier y afirman tales cosas muy convencidos de su certeza, si alguna vez paladearon una piedra, mordisquearon tierra o se chuparon un frasco de tinta; perderán el tiempo, porque los llamarán ignorantes y más que atrasados.

   Pero acá no acaba el asunto; luego viene lo del maridaje... Sí, suena feo. Como un amancebamiento gastronómico. Desde tiempos de los reyes de la Edad Moderna, se daba capital importancia a la bebida como compañera de la comida, por lo cual, debían combinar bien entre sí. A grandes rasgos, se decía que el jerez iba bien con las entradas  , el tinto   con carnes rojas y platos pesados, suculentos , el blanco con pollo y pescados, el rosado con comidas livianas, los oportos, marsalas y demás vinos fortificados como ideal complemento de postres, los licores con el café y el champagne con todo. Me parece muy bien, más allá de que yo pueda tener ganas de tomarme un vaso de blanco para digerir mejor un guisito de lentejas. Pero ahora se ha llegado a la exageración total: los tintos y los blancos se dividen en varios cepajes cada uno y no  todo tinto sirve para carnes rojas, ni todo blanco para un pescado blanco. En estos tiempos, combinar el vino con la comida se ha transformado en una ciencia digna de científicos obsesivos. El elemento snob de siempre, está en su elemento, porque tiene otro tema perfectamente prescindíble para ocupar los cerebros estériles de los seguidores de cuanta moda imbécil aparezca y éstos podrán pasar por sofisticados en reuniones de ejecutivos, expertos en marketing  y licenciados en comunicación social o economía. Les será dado ahora, revolear sus copas a placer, observarlas a contraluz y paladear el líquido de moda ante otros tantos seres que harán lo mismo y luego alardearán entre ellos de sus inútiles saberes. Y enumerarán satisfechos, nombres extraños hasta hace no mucho para casi todos nosotros: Cabernet-Sauvignon, Syrah,Merlot, Malbec, Cabernet-Franc, Sauvignon-Blanc, Viognier, Albariño etc...Sin olvidar los rosados, destacando la gran erudición de saber que no se trata de blanco y tinto mezclados, sino de  uvas Malbec , Merlot, etc, vinificadas en rosado...y olvidando otras variedades antes muy apreciadas como el Chianti o el Chablis,...Todo un tema ¿Verdad?

   Ah; me olvidaba. Ya que estamos con las cepas ¿Qué me cuentan de la llamada cepa nacional argentina? No señor, no señora. No acertó si a su cerebro vino la palabra "Torrontés". El Torrontés, una variedad de vino blanco existente solo en Argentina ERA nuestra cepa emblemática. Ahora, en virtud de la ocurrencia de vaya uno a saber quién, este papel le cabe al Malbec, vino propio de muchas partes del mundo , más específicamente de Burdeos y en todo caso, no exclusivo de nuestro país. No hay programa de televisión donde no se nombre al Malbec como "la cepa propia de la Argentina", en tanto el Torrontés  apenas si es recordado por alguien. En el programa de preguntas y respuestas del canal de cable "El Gourmet", "¿Qué sabe usted de vinos?", la conductora, Federica Pais, cada vez que oye la palabra "Malbec", salta de alegría y exclama : "¡Nuestra cepa emblemática!", para quedarse fría como un palo y no reaccionar ni bien ni mal en caso de que un concursante aluda al ya muy nacional Torrontés . Esto me suena sospechoso. Como también me da mala espina el que en la província de Salta, se estén suplantando las plantaciones de Torrontés, por las de Malbec, como empeñándose en borrar las huellas de un vino muy querido por nosotros hasta sepultarlas en el olvido.

   Para terminar, me gustaría señalar la histeria del ambiente gastronómico con relación al vino: por un lado, pareciera que si no se habla de vinos, si no  se sabe maridar, si no se está al tanto de cómo realizar tecnicamente una buena cata, se es un ignorante , alguien indigno de presentarse en ambientes medianamente refinados; por otro, si se dan muestras de gustar del alcohol - moderadamente, se entiende, no al límite del alcoholismo - puede causar mala impresión. Algunos "sanitos" no tienen empacho en mirar torcido a quien come con vino o cerveza y ni hablar si sorprenden a alguien disfrutando de algún destilado. Corren al punto a llamar a Alcohólicos Anónimos. Y las mujeres, tan feministas para lo que no deberían serlo (relación de amor o amistad con los hombres,- la cual en estos tiempos es casi desconocida -y en su desempeño como madres), exhiben una ñoñez pacata donde tendrían que tratar de no parecer damiselas cohibidas. Creen ser más "femeninas" si declaran gustar únicamente de vinos dulces , cócteles y licores y poniéndose a toser como gatos ahogados si les dan a probar alguna bebida fuerte, con lo que sólo consiguen que los hombres se burlen de ellas, las consideren flojas y tontas. Otras, son más drásticas. Dicen secamente "no tomo" y acompañan la exígua ensaladita que comen para no engordar, con un batido de spirulina...Para no traer a colación aquella afirmación  pretendidamente médica de que un hombre puede beber dos vasos de vino al día, y la mujer UNO , so pena de perjudicar su salud(si, señora Elizabeth Checa, leyó bien UNO...¿Nos vamos las dos a reírnos un rato de esos papanatas?).

   En fin; mucho puede decirse de la verdadera obsesión en torno al tema de los vinos. Mala señal es que se hable permanentemente de una cosa y se la transforme en asunto capital, porque eso podría indicar una patología social. Nos sería dado ir más lejos y preguntarnos por qué los medios quieren que nos interesemos tanto en los vinos. Cuando se insiste mucho con un tema, generalmente hay algo turbio, inconfesable detrás...en este caso, me parece , mucho más que estimular el consumo del zumo fermentado de la vid para llenar los bolsillos de los dueños de las bodegas (actualmente casi todos estranjes, dicho sea de paso). Una vez más, cambiar los hábitos y costumbres de los pueblos del mundo podría ser el objetivo perseguido por quienes fomentan en canales de cable, revistas, diarios e incluso internet, el interés enfermizo acerca del vino o al contrario, su rechazo total.

   Pero mientras tanto, como dije antes, los snobs de siempre, están en su salsa...A propósito ¿Con qué vino la maridarán?

     Vanesa.