Todavía no salgo de mi asombro y supongo que tardaré en salir. Ya debería estar acostumbrada pero a lo tonto, a lo necio, a lo imbécil, una nunca se amolda.
No terminaba de felicitarme por la programación navideña de “Utilísima” cuando mi entusiasmo primigenio se vino olímpicamente al suelo. Ya les comenté en la entrada anterior parte de mi desencanto, pero ahora voy a abundar en detalles ¡Y cómo! Por supuesto, tampoco escatimaré críticas a su supuesta competidora, la señal de cable “El Gourmet”. En el fondo y aunque parezcan apuntar a públicos diferentes, son como se dice hablando mal y pronto, la misma bosta con distinto olor. En ambos canales se hace gala de un posmodernismo nauseabundo, de un snobismo casi risíble y sobre todo de un anti-argentinismo muy marcado. A esta altura, no me hago ilusiones de ver un pesebre en aunque más no sea un programa de contenido navideño…Está el arbolito y gracias. En cuanto a Cristo, venido al mundo a morir por nosotros, ha sido desplazado por Papá Noel, pero no el verdadero, San Nicolás de Bari, digno Obispo defensor de su fe, quien se apiadó de la suerte de una joven cuya dote era demasiado exígua para casarse y él se la completó lanzando un buen saco de monedas de oro por su chimenea , sino el personajillo ese popularizado en los años 30’ por la Coca-Cola, un gordo pícarón que trocó su vestimenta sacramental por una especie de atuendo gauchesco rojo y blanco. Si algo me queda claro es eso: nada de mensajes cristianos en la televisión…Ni siquiera para Navidad. Si queremos consejos útiles de conducta para la fecha, para eso lo tenemos a Bernardito Stamateas, el sacerdote laico de la nueva religión sin Dios, quien al modo de un curita simplón, nos dará su propio sermón recomendándonos verdades de Perogrullo en cada entrega de “Navidad Utilísima”. Y en “El Gourmet”, Francis Mallmann y sus muy bienudos amigos nos recordarán que podemos tener una linda fiesta entre camaradas sin recordar a Jesús en lo más mínimo. El niño santo , recorriendo el camino que lo llevará del pesebre de Belén al dolor y a la Cruz donde redimirá a los hombres, no les interesa a éstos para nada. La dulce imagen de la sagrada familia es reemplazada en la pantalla , por la autosatisfacción ufana de Pablo Massey, Juliana López May , Maru Botana ,Leonardo Azulay, Santiago Garat , Martín Pittaluga , Vanina Chimeno y Guzmán Artagaveytía hablando sin cesar del placer y la autogratificación, mientras se tiran en el pasto a tomar vino y pronunciar frases supuestamente profundas.
Pero como lo dije antes, a esto ya me lo veía venir. Cristo ha sido desterrado de los medios de comunicación. Creen que el cristianismo desaparecerá si lo quitan de la televisión, las escuelas, los libros y las revistas. Yo hablaba de otro tema, si se quiere, más mundano. Se trata, por medio de la programación navideña de matar a nuestra cultura nacional; bah, la cosa es mucho más compleja. En todos los países del mundo, la idea es la misma: aniquilar, por medio de la promoción del “pensamiento único”, las nacionalidades . Alterar las celebraciones y tradiciones propias de cada país, es una de las jugadas de quienes albergan tan negros propósitos . Afectando alentar la tradición, la destruyen desvirtuándola y la comida es un blanco clave para esta gente por razones lógicas. Existen platos que se consumen ligados a tal o cual fecha en el almanaque y suprimirlos o alterarlos es importantísimo para quienes buscan el “mundo uno”, cargado de borregos obedientes, sin más intereses que trabajar, juntar plata, copular, ascender en la empresa y luego morir para cremarse y esparcir sus cenizas al viento.
Veamos entonces. ¿Qué consume el argentino medio en sus fiestas de fin de año? Vittel Thoné, matambre relleno, lechón frío a la parrilla, tomates rellenos, huevos duros también rellenos, ensaladas de varios tipos, fruta seca, turrones, garrapiñadas, pan dulce, helado, ensalada de frutas y amplio beberaje, que seguro incluirá vinos pero también, clavado, sidra, champagne (no digo espumante, señores…cuestión de princípios), clericó y en algunaos hogares más audaces , cócteles. Esto desata la ira de muchos “bienpensantes” porque para ellos denota nuestro innegable origen europeo. ¿Quién , en la Argentina no tiene un abuelo español, italiano, alemán, yugoslavo, etc, etc? No comemos Vittel Thoné para hacernos los interesantes, sino porque nuestros nonos se daban panzadas con él, y si le damos duro y parejo al turrón es porque a nuestra “Yaya” también le gustaba. ¿Es un pecado eso? Entonces nos vienen con el cuento de que este es un país americano y por lo tanto “tropical” –pese a no tener sino una pequeñísima franja subtropical en el Noreste – y debemos comer entremeses “para el calor”. No deberían ofuscarse tanto quienes así piensan, ya que fuera de los turrones, el pan dulce y la fruta seca, en la mesa argentina no se consumen los manjares europeos de Navidad. Por allá, son más afectos a los guisotes sustanciosos, al tournedos en su salsa, a platos de muy alto contenido calórico en tanto aquí, el cerdo a la parrilla frío tiene su lugar de honor en las mesas, junto al ya queridísimo matambre relleno, plato criollazo si los hay. El Vittel Thoné es europeo, pero no se suele consumir por allá para las fiestas navideñas. Si acá se adoptó para Navidad y Año Nuevo es justamente por tratarse de una preparación fresca, para nada pesada, muy adecuada al clima decembrino en nuestras latitudes.
Por el contrario…¿Qué nos proponen los chefs mimados del momento, protestando airadamente porque insistimos en festejar según se lo hace en el hemisferio norte? ¡¡¡Platos del hemisferio norte!!! Claro, otro norte, no Europa que ya está “out” y es un quemo. Estados Unidos. El paraíso por el que suspiran liberales clásicos y gramscianos zurdos por igual. La patria de Woody Allen, la fantasía de Broadway, los niños que no quieren crecer, el hedonismo , el edén de los sin Dios. Entonces los vemos preparar, babeándose de placer el famoso pavo relleno, las archirreiteradas cupcakes (No se rompan mucho la cabeza..son los famosos pirotines con decoración Rococó, nomás) y los bastoncitos de caramelo a rayas típicos de los EEUU. Esto sí está permitido, lo europeo , no. Fue una experiencia sorprendente escuchar al maestro Gross (generalmente, un capo, pero su admiración por los yanquis lo pierde) matizar su exposición acerca de los aburridísimos cupcakes con un inglés tan, pero tan impostado, que ante el hecho , no sabemos si reír o llorar. Así, le oímos recomendar usar “peanut butter”, “cream cheese” y “powder sugar”, explicando después a la audiencia el significado de todos estos términos en español… y quizá olvidando que sus seguidores hablan precisamente español en su vida diaria. Al pasar a engalanar los pirotines , habló de “topping” y “frozen”, en lugar de “decoración”.Y para rubricar, comentó que los cupcakes más renombrados eran los “red velvet cakes” , aunque los que él hacía en ese momento eran “old fashioned”. Después se refirió a una película norteamericana donde todos los protagonistas mataban su angustia comiendo cupcakes y en sus momentos felices, los regalaban en vistosos envoltorios.Levante la mano quien no haya oído este parlamento sin tirarse al piso de risa.¡Sonó tan espantosamente rastrero de parte de un gran pastelero como Osvaldo Gross!
Pero no es, ni con mucho, el único caso digno de citarse: hubo bastones de caramelos navideños a la buena usanza yanqui en unos cuantos programas gastronómicos de ambos canales, así como “ginger cookies” (galletitas de jengibre…miren qué fácil se decía. Una cocinera de estas de moda se trabucó de tal forma al nombrarlas, que las llamó “Gingerbread cookies”, lo cual viene a ser algo así como “Pan de jengibre de galletita”) con forma de hombrecitos, muy populares en la patria del “Tío Sam”, pues se cuelgan en el árbol y hasta un pavo, que con ser delicioso no es una comida tradicional navideña en la Argentina. Se intentaron innovaciones “razonables” (una mesa de ceviches; buena alternativa para agregar a las ensaladas, si bien en Perú no se trata de un plato de celebración) y otras decididamente descabelladas como las comilonas improvisadas de Mallmann y compañía, que nosotros podríamos, por ejemplo, reproducir en nuestros modestos patios y jardines o en el reducido espacio de nuestros balcones. Siguieron revelándose como más prácticos y queridos para las almas sensíbles - y los estómagos hambrientos- los platos de siempre, que con ser de siempre son los más caros a nuestros sentimientos, los que más nos ligan a nuestros recuerdos de infancia.
Luego está la manía indigenista: toda ocasión será buena para recordarnos que no debemos preparar delicias impropias de América Latina , echando mano de frutas “ajenas a este lugar del mundo”, debiendo optar en cambio por papayas - ¡Y dale! – maracuyás, ananás,mangos, etc, etc, etc… sin ponerse a pensar en que muchas de éstas crecen en un territorio muy acotado en nuestro país, Chile, Uruguay y otras áreas no tropicales del continente . Allí, paradójicamente, es más fácil tener duraznos, ciruelas, peras, manzanas, frutillas , frambuesas, melones, sandías, grosellas y uvas que las anteriormente citadas. Por ende, el consejo no es práctico. Tampoco lo es el indicar el uso de bebidas como ron en lugar de coñac, pues el coñac es "europeo" (esto último se dice como un estigma), ya que ambas tienen una carga alcohólica similar y el sabor de un buen ron añejado, como el de Finca Santa Teresa, se asemeja mucho al de un coñac cualquiera . Por otra parte, lo de siempre: ¿Por qué esa estupidez de insistir en los ingredientes y no en las preparaciones típicas? Se nos habla permanentemente de honrar a América Latina a la hora de cocinar, pero pocos platos típicos de éste lugar del mundo son difundidos por "Utilisima" o "El Gourmet"…¡Y mucho menos los navideños! Quizá porque vendríamos a descubrir que comemos todos muy parecido en las navidades, sobre todo los habitantes del Cono Sur, donde el panettone, los turrones, los pollos asados, el cerdo y la ensalada rusa, dominan. Pero también para guardarse de hacernos conocer exquisiteces navideñas como la torta marquesote de toda América central, el ponche boliviano, los romeritos de México…ninguno de ellos precisamente liviano para el estómago. Recordemos que por ejemplo que en buena parte México no hace calor en Diciembre, pues está ubicado en el hemisferio norte, donde es invierno. En El salvador, sin ir más lejos, no pueden faltar las uvas y las manzanas en esta fiesta tan especial (nada de papaya y maracuyá) como tampoco un típico un arroz con mariscos de claras reminiscencias hispánicas .
Para resumir e ir redondeando, creo que “Utilísima “ y “El Gourmet” (quien sale siempre del atolladero de la Navidad recurriendo a programas antiquísimos de su archivo, pues no filman uno nuevo de esa temática ni por equivocación) viven en un mundo de fantasía, sin correlato alguno con la realidad. Sueñan con influir en el ánimo de sus televidentes animándolos a cambiar, a tirar por la borda los menús heredados de la bisabuela a desechar la ornamentación propia de éstas fiestas “porque estamos en verano , hace calor y ésto no es Europa” y hasta a olvidar el verdadero motivo del festejo central: el nacimiento de Cristo.
Me consuela constatar que nada de esto se verifica a la famosa hora de las papas: en los grandes supermercados y casas de comida, no dan abasto con los cerdos a la parrilla; se agotan los panes dulces y la fruta seca; las abuelas y las tías preparan Vittel Thoné; el abuelo se apura a terminar el matambre relleno para llegar a tiempo y la familia entera arma de a poco el pesebre al pie del arbolito. Allí, al dar las 12 de la noche del día 24 de Diciembre, después del brindis, alguien agregará , entre la imagen de la Vírgen y san José, la del niño, que abriendo sus bracitos como preanunciando el martirio de la Cruz, nos estrechará a todos contra su corazón, aunque nos lo merezcamos poco y nada.
A todos mis seguidores, ¡Feliz Navidad!
Vanesa.