Siempre he tenido una gran debilidad por los chefs españoles. Y si son del norte, mejor. Esa voluptuosidad de pescados, mariscos, verduras, legumbres y especias es un monumento por sí solo, a la gastronomía con mayúscula. Junto con los franceses los hispanos, reinan en la escena del buen diente internacional y no en vano. Me gusta la cocina de Asia y de Africa; me rindo ante los manjares de las tres Américas y de Oceanía…pero España es España y no desmiente su casta.
No sé cuantos cocineros españoles se habrán destacado a nivel internacional, sin embargo es indudable que la cocina de la Madre Patria tiene un lugar bien ganado entre las demás, sino el primero. El agudo Andrew Zimmern, llegó a decir que Madrid es la ciudad donde mejor se come EN EL MUNDO. Interesante viniendo de alguien que sobre el arte de comer, sabe un rato largo.
Y en esta tradición tan especial del “comercio y el bebercio”, como el mismo lo dirá, se inscribe Mikel Alonso, ese vasco de fuerte personalidad que nos ofrece “El Gourmet”, varios días de la semana, para salvarnos de la general mediocridad mostrada por estas fechas en la señal.
No empecé bien con este muchacho, no lo puedo negar, porque lo conocí cuando hacía “Pinceladas Mexicanas” y a decir verdad, me pareció un verdadero chanta. Aunque sé que su restaurante “Biko” ,emplazado en pleno centro de México DF, tiene estas características culinarias, ahora comprendo que el tipo es un grande y si se aviene a pergeñar bocados minúsculos con más apariencia de cuadro de arte moderno que de suculenta refección, unicamente para aprovechar su cuarto de hora y amasar (sigamos con la gastronomía) un poco de dinero a costillas de los bobos atentos a las las técnicas y lo sorprendente antes que a los sabores intensos. No sería ésta mi actitud de estar en su lugar…pero entiendo su tesitura. Si hay tantos tontos…algún pícaro debe aparecer también a cobrarse su presa ¿No?
Teniendo esta primera mala impresión, este prejuicio, digámoslo de una vez, me senté con alguna desconfianza a ver “Lo mejor de la Cocina Española”, el último programa de Mikel puesto al aire por “El Gourmet”. Desde el primer capítulo, quedé flechada con su auténtica manera de cocinar y su alegría de vivir. Mikel Alonso recrea con todo su ser, la cocina española de siempre, la de los caseríos y los puertos, la de los abuelos y las tías, la de los recuerdos entrañables de la infancia. Me repito ya lo sé , pero este es el tipo de cocina que a mí me mueve y me inspira. Y Mikel sabe mostrar admirablemente como se sienta España a la mesa.
Del País Vasco a Andalucía, de Galicia a Madrid, de Cataluña a Murcia, de Valencia a Extremadura…Toda la península pasa bajo los fuegos de Mikel , no solamente en lo tocante a la gastronomía. El programa es un desborde de anécdotas, cuentos, canciones, viejas leyendas y costumbres españolas. El chef sabe referirse a sus amores tan bien, que contagia al espectador; lo hace reír, emocionar y tentarse frente a los antíguos y sencillos platos del país del Quijote. Nunca falta el buen vinito para “darle zapatilla al cuerpo”, ni la observación jocosa de ciertas prácticas folklóricas peninsulares que arrancan una carcajada a quien se encuentre ante la pantalla en ese momento. Cuando Mikel habla de su tierra, uno la ve, la toca, la vive, la siente y casi, casi, ni hace falta un pasajito por Iberia para sentirse allí, disfrutando de uno de los países donde pocos se cuestionan el arte del buen vivir, comer y beber. Mikel Alonso, con su magnífica labia, puede hacer que un simple plato de cordero acompañado de papas, luzca y sepa como caviar beluga. Un don singularmente español. Con lo poco hacer mucho y muy bueno.
Decir Mikel Alonso es decir “¡Viva España!”, y hoy en día, cuando tantos quisieran que las nacionalidades se diluyeran y las particularidades se perdieran, el demuestra que aquel arriero disfrutando a la sombra de un árbol de su pitanza, aquel pescador preparando su paella, aquel labrador comiendo junto a sus amigos, en un alto en la faena, la tortilla que le hizo “la parienta”, el tertuliano madrileño fiel a sus churros y a sus cayos mientras discute política con sus vecinos, siguen existiendo. Los platos eternos, deliciosos y para nada recatados de nuestros ancestros, continúan allí, los resucitan. Ahora y para siempre.
Si alguien busca en el programa de Mikel ensaladitas de rúcula y mango, con salsa de flores de calabaza, no las va a encontrar. Todo en él es abundante, gustoso, fuerte, como lo eran nuestros abuelos y abuelas. Nada de “platos femeninos y masculinos” esos tiempos. Toda la familia comía con gusto sus cazuelas de mariscos, sus corderos bien aderezados, sus corvinas a la Vasca, rociadas de abundante aceite de oliva y pimentón.Y para calentarse el morro, vino…nada de gaseosas, aguas saborizadas y otras ñoñeces blandengues propias de nuestra loca era. La gastronomía española es la gloria y celebración de la vida. Todo lo que huela a sepulcro y a hipocresía, le repele.
Desde aquí, damos la enhorabuena a Mikel Alonso, y aún si en el futuro decide repetir su experiencia de “Pinceladas mexicanas” y confeccionar paquetitos minúsculos de colores diciéndonos que eso es comida, ya lo consideraré un chef genial de esos que no se empardan. Ahora, sé de lo que es verdaderamente capaz. ¡Salud, Mikel!
Vanesa.
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